El aumento del alquiler en Queens está desatando preocupación en vecindarios como Elmhurst, Corona, Jackson Heights, Woodside y East Elmhurst. Lo que antes era una zona donde las familias inmigrantes encontraban oportunidades accesibles, hoy se ha convertido en un terreno difícil de sostener. Los precios de la renta se disparan, los contratos se vuelven imposibles y cada vez más familias se ven obligadas a mudarse o compartir espacios reducidos con otros para poder sobrevivir.
Una presión que golpea a las familias inmigrantes
En estos barrios, donde la mayoría de residentes proviene de América Latina, la realidad es dura. Muchas familias llegan buscando un techo cerca de sus compatriotas, familiares o amigos, pero la demanda es tanta que los dueños de apartamentos aprovechan para subir los precios de forma excesiva. En algunos casos, cuando un departamento pequeño que antes costaba $1,800 ahora supera los $2,600, los inquilinos no tienen otra opción que aceptarlo o irse lejos del vecindario que han llamado hogar durante años.
“Aquí vivimos todos juntos, a veces dos o tres familias en un solo apartamento, porque no hay de otra”, comenta María, vecina de Corona. “El dueño dice que si no aceptamos el nuevo precio, hay otros esperando”.
El efecto dominó: más personas, más rentas, menos espacio
El incremento no solo responde a la inflación o al mercado, sino también al crecimiento poblacional de inmigrantes que siguen llegando a estas zonas. Muchos recién llegados se instalan con familiares o conocidos, lo que genera una sobrecarga en los apartamentos. En respuesta, algunos propietarios utilizan esa situación para justificar aumentos desproporcionados o incluso desalojos, aprovechando la necesidad de vivienda.
En vecindarios como Elmhurst o Jackson Heights, el fenómeno es cada vez más evidente. Las familias buscan un espacio donde vivir dignamente, pero los precios suben tan rápido que terminan aceptando condiciones precarias o alejándose a otras zonas del Bronx o Long Island. Lo que antes era un punto de encuentro cultural latinoamericano, hoy se siente como una competencia por el espacio.
¿Gentrificación en marcha?
Mientras tanto, nuevos residentes con mayores ingresos comienzan a llegar atraídos por la ubicación y la diversidad cultural. Este cambio acelera la gentrificación en Queens, desplazando lentamente a los vecinos de toda la vida. Las rentas comerciales también se ven afectadas, y pequeños negocios familiares enfrentan el mismo dilema: subir precios o cerrar.
El impacto no se limita solo al costo de la vivienda; también se refleja en el tejido social. Las calles de Roosevelt Avenue, antes llenas de rostros familiares, ahora muestran señales de transformación acelerada.
En artículos anteriores ya se ha explorado cómo las dinámicas económicas y sociales afectan a esta comunidad. Pero el tema de la vivienda se ha convertido en el nuevo frente de batalla: entre el deseo de quedarse y la realidad de que cada año se hace más caro hacerlo.
¿Qué puede hacer la comunidad?
Organizaciones locales y grupos vecinales están impulsando campañas para exigir controles de renta y políticas más justas. En reuniones comunitarias, los residentes comparten historias de abuso y buscan orientación legal. Sin embargo, los procesos son lentos y la falta de información en español complica aún más el panorama.
El futuro de Queens, y especialmente de barrios como Corona o Elmhurst, depende de si se logra equilibrar el crecimiento urbano con la protección de quienes han construido la identidad del lugar. La pregunta sigue abierta: ¿hasta cuándo podrán resistir las familias inmigrantes el aumento del alquiler en Queens?




